En el transcurso del año financiero, la empresa necesita dinero en efectivo para cubrir posibles gastos. Sin embargo, para hacer frente a la competencia, se ve obligado a conceder a sus clientes plazos y la mayoría de las veces sufre retrasos en el pago de sus facturas. A medida que se aplazan los pagos, la empresa recurrirá a los créditos de explotación.
Los créditos de explotación y sus diferentes tipos
Cuando una empresa necesita financiación, acude a su banquero para solicitar préstamos a corto plazo. Estos créditos se conceden a la empresa con el fin de remediar las deficiencias del flujo de caja. Su duración es de menos de un año y corresponde a las necesidades de flujo de caja, para financiar los suministros. Estos créditos se llaman créditos operativos. Permiten a la empresa financiar el activo circulante del balance y, más concretamente, los valores de explotación. Suele utilizarse para proporcionar a la empresa dinero en efectivo para cubrir todos los pagos a corto plazo de los proveedores de equipo, en espera del cobro de las cuentas por cobrar facturadas. Los diferentes tipos de créditos de explotación son los créditos de caja y los créditos de movilización de deuda, como el factoraje y el descuento. Echemos un vistazo más de cerca a los créditos de efectivo.
Créditos en efectivo
También conocido como crédito de campaña, servicio de sobregiro, sobregiro bancario, el crédito en efectivo es un tipo especial de crédito a corto plazo concedido a las empresas por instituciones crediticias o bancarias. Gracias a ella, una empresa puede tener temporalmente el efectivo necesario para sus operaciones. Sin embargo, la empresa tiene que devolver la cantidad en un plazo muy corto de tiempo. El crédito de efectivo ofrece la posibilidad de disponer de los fondos necesarios para financiar un gasto imprevisto. Clásicamente, tiene tasas bastante altas. Esto es lo que lo hace especial.
Los riesgos de la suscripción de un préstamo operativo o un crédito en efectivo
Para los bancos, los riesgos de que se les conceda un crédito operativo o en efectivo son muy altos. Estos riesgos están sujetos tanto a la situación financiera como a los riesgos inherentes a la vida de la empresa y a cada sector de actividad. Disminuyen cuando el ahorro total está en la fase de crecimiento, ya que las fuertes ganancias generadas por las empresas durante este ciclo reducen efectivamente la posibilidad de debilidad. Por otro lado, el riesgo aumenta durante las recesiones. En efecto, cuando los beneficios están disminuyendo, las empresas se encuentran en situaciones difíciles más a menudo de lo habitual, lo que les impide devolver a los bancos sus préstamos de explotación o de tesorería.